sábado, 9 de febrero de 2019

COMPENSACIÓN DE PASIÓN

Hace tiempo pensé que estaba enamorado, pero la noche silente y gélida me hizo ver a un disco lunar mas lejos de donde andaba. 

No quise pensar que era el principito, antes me emocioné pensando que era yo, el príncipe de su corazón distante, mas no el niño en solitario que buscaba en los sueños de una almohada las lágrimas viejas de su viejo padre, el pretérito insomne lo había enterrado entre su propio silencio.

No, no estaba solo, antes me pertrechaba soñando con los guiños de los luceros diurnos y comparaba mis ganas con las de un día que se marchaba. 

Obvio, lloré bastante cuando comprendí que ya no era el príncipe de versales o de la realeza española, menos el de su corazón tinto de juventud cálida.

Fue triste partir a la oscuridad viciada de mi angustia. 

La luz de un repertorio de amor graznó como un cuervo herido de un ala, el negro de su plumaje perdido se incrustó con un alarido agresivo en mis huesos y el brillo de sus ojos azules abotonaron en mi corazón vació un nudo de espinas coloradas.

Cuando emergí de aquella noche sin puertas y ventanas, la luna estaba clara y el sol incendiaba mi espalda, y besé intranquilo al viento, la caricia de sus manos se deslizo consoladora por mi alma que lloraba.

Su última labia me enterró en la carne misma los deseos de su boca.

Fue mágico hacerla mía después de todo...El tiempo perdido compensó con la flor rojiza de su encanto el misterio profundo de su boca. 

vida...