viernes, 10 de noviembre de 2017

TRAZOS PERDIDOS

ALFILERES
Eliad Jhosué

No quiero saber quien soy y adonde caminaré. Siento siete millones de alfileres en los ojos y en la boca, el sabor a sangre caliente envenena las vertebras frías, la sangre es un torrente de espinas con miles de áspides hambrientos.

No quiero comprender el porqué de tantos fracasos expuestos, la maldad de los enterradores es una constante, retorno a sentir que los alfileres viajan en el estómago y se hunden con fuerza en los riñones. ¿Qué estará pasando allá afuera?

Mi desconcierto me descontrola, contemplo apergaminado a la disidencia como la patria se derrumba a pedazos, derrotada.   Los alfileres bajan al escroto y luego inmutables en su viaje por el sistema nervioso se sondean en la carne del glande en manera ruidosa, siento morir por el martillar de sus voces metálicas, algo encandila la memoria y caen en el silencio gotas del vacío.

Abro mis ojos y los alfileres caen en mis uñas y allí se entierran indiferentes, presiento algún final y una voz ahíta de sufrir por dentro me llama a sus harapos de viento. Intento encontrar la sombra de lo necesario y huye de mi mirada.

Abro ahora muy bien los parpados y los ojos son dos lunas negras dando vueltas, mirándose de cerca en un espejo de titanio negro, sin brillo, abro la boca para tomar algunas bocanadas de tranquilidad y presiento ineluctable que los alfileres están en mi lengua, en el cerebro, en todo el condenado cuerpo.
Mi cuerpo es un desierto sin nombre, sin agua, sin alimentos, lleno de alfileres que esculpen intentando huir del vacío: “un nuevo exoesqueleto”.


MI CATIRA BELLA

Todavía existen en el semblante de la piel dormida tus profundas raíces, tu enredadera de ternura dejó clavada sendas cicatrices en la piel de la abundancia, en los labios abiertos de la tierra amada, en el cielo azul y su trono cubierto con algodones de plata, en los hervores del viento, presionando en su pecho el latir del alba.

Catira vives en los sentidos manchados con luces frágiles y su diáspora en letargo inusitado,  los sentimientos abrevan en los manantiales de tus venas abiertas,  los deseos vagan en los peldaños de una larga escalinata cuya mide la senda de las palabras, es verso, es poseía, es canto y es luz del día; naces serena en el remanso de un océano sumiso, ahí crecen olas que llevan flores y serenatas bravías para que oigas sus campanas.

Todavía catira existes en mi alma, todavía estas habitable en la incidencia de aguas que si suenan es porque piedras llevan, estas sentida en los espacios que hube de soñar para quererte, todavía catira estas en mi corazón hecha un portal que nace, crece y florece.

Mi catira te tengo aun anudada a mi pecho…
Catira si dejas pasar los días ya no podrás rescatarme del tiempo…

ENTRASTE PARA QUEDARTE

Las ondas de tu fiebre minan paulatinamente la mía.
Una profunda y densa incertidumbre se aloja díscola en los días opacos.
Tus ojos son dos hendijas dejando pasar algo de lluvia al abrirse, pienso que son lágrimas del espejo de su lámina encintada, con razones surrealista son: orquídeas que vuelan con cierta prisa, aroma de albores paridos de colores dúctiles,  una ciencia algo extraña que escribe placeres de incognito y diluyen tu silueta hermosa en la memoria.

¡Oh! Amiga de mi alma, solamente son perturbaciones que deshojan emociones derrotadas. Mientras mi cuerpo entero sufre de turbiones y se estremece amando, tú indiferente destruyes mis percepciones.

El calor aumenta y la temperatura de tus labios agrieta mis sentidos, los hace hundirse inevitable a su descontrol más genuino, creo desvanecerme en el centro de un punto de fuga y vuelo a lo profundo de una distancia que anhelo borrar de los recuerdos.

Sigues asfixiando cada espacio respirable, es una nota que nace como aurora apergaminada con prisma de un atardecer que se enlazan a los de la noche entrante, sombras que atrapan con guedejas añoradas y tirado como un harapo sobre rocas de un océano furioso,  sudoriento me encargo de auto fallecer en el silencio, a pesar que intento fugarme de tu doloroso recuerdo, sigues metida en el centro de mi cabeza, tu, anidas evacuando en la raíz del deseo tu manifestación de soñarte
¡Ah! Mi querida niña ¿Cómo explicar a mi masa gris que entraste para quedarte?


PROFUNDA

Profunda e inextricable se cruza ligera en un océano manso, navega y se mece en sus olas dormidas. Despierta sonríe y desanda en un mediterráneo extraviado entre un espejismo y su cabellera acaricia un portal en la arena mojada.

 La lluvia de un verano cálido dibuja un corazón en sus venas, es agua y música abrazando quimeras, es betún de plata pulimentando auroras viajeras, es ella que palpa los otros adioses que se fueron, aquellos fermentos, ventiscas agolpadas en el rostro quebrado, tintos azulejos en las penumbras de dos corazones desnudos.

Profunda e inexplicable, fermenta aroma en las arterias de los días duplicados, los barniza con su saliva dulce, los bautiza con la ceniza de palabras traviesas,  los limpia con historias de un amor en la distancia, es un velero con alas de gaviota, es una playa pintada de caracolas, es un grito que restalla mar adentro y se escurre fértil en el horizonte dormido.

Profunda toca cuerdas de una guitarra de noche, sus notas son girasoles, flores, jardines, una primavera que zurce indetenible un traje de novia a la antigua, sueña, sueño, nos soñamos.

Profunda palpa cada detalle intenso, es su piel de pétalo de gladiolo enamorado, es sed, es sentimiento, es comprender atrapados entre una anemona del cielo, el dominio de sentirnos en una sola persona.

Sueña, sueño, nos soñamos.  

SED DE MALDAD

El que piensa que haciendo mal y luego se olvida de su entierro, se va olvidando que otros no pueden olvidar su mal anclado. Aquel que enterró a inocentes y luego limpio sus manos dirá que se le hizo fácil olvidar sus entierros, más se olvida que los enterrados esperan que sus dolientes recuerden a quien olvida lo que hizo con sus manos.

No es fácil esconder  un acto desnudo ante los ojos de mil humanos, querrá que sea así el que ha olvidado, sin embargo, en esta tierra el que mata a hierro no debe morir a sombrerazos.

El que piensa que tapando sus crímenes con poder, dinero y regalando lo ajeno para ganar terrenos, no debe de confiarse tanto, su paga le llegará tarde o temprano.


 ELLA ME ESPERA


Siempre la vi esperándome, agazapada como gata salvaje entre la hierba mojada, mordiendo entusiasmada un arsenal de emociones, siempre la vi precipitando lloviznas en los parpados entumecidos, desatando tormentas en su fragilidad fémina, cociendo nimiedades profundas, acurrucándose de frío en las pasiones más ensortijadas.

Siempre la vi sentada mirando ocasos de hojalata, dejando escurrir sus gesticulaciones en un combate de nostalgia, suspirando loca por mí, cada vez que se imaginaba que la besaba.

Siempre la observé,  esperando atenta, sigilosa, silente, escrutando en el crisol de su iris alguna remembranza llana, abriendo sus labios en campana para besar el aguacero y sentir las gotas resbalar por sus labios, como la caricia anhelada de mis dedos en sus mejillas sonrosadas

Siempre la sentí sollozar mientras seguía esperándome, rodillas en tierra, suplicante, arremolinada de sentimientos aflorando un frenesí entre un calor que la ahogaban.

Siempre la vi ausente y lejana, queriendo fundirme en su piel acalorada, queriendo que la abrazara, hiciera de su cuerpo una tormenta de turbulenta pasión desenfrenada, escalpara su edén he hiciera de su alegría un volcán en erupción y haciéndola mía de su sueño despertara

Ah esa que siempre vi esperándome era mi soledad

 INFIERNO SALVAJE

A esa hembra siempre la vi hirviendo en la ansiedad, mas no fue su sentido el querer dibujar alguna sonrisa en la arena, mas todo fue el crecer el retoño de alas en su cabeza y botones de flores en su espalda.

Esa mujer corrió con humo de hielo en la boca cerrada, voló con sus flores y sus alas al tumulto agresivo de los recuerdos, poseyó sus arterias y desmembró sus andanzas en el tiempo viajero.

Esa doncella saltó con centella al centro de un universo florido, pintó lunares en los luceros y a mí me dejó viviendo un infierno ligero…