MUERO POR ESTAR SIEMPRE CONTIGO
¡Amor, amor, amor… !
¿Por qué me has abandonado en la soledad cruenta, fría, áspera?
Sabes que he de amarte más allá de lo que piensas, no puedo vivir si no escucho las palabras de tu boca, ver el remolinillo dulce de tus sensuales labios, mirar la profundidad virtuosa de tus ojos, hundirme en el hechizo fulgurante que arrebata el alma misma; mujer deseo quemarme en tus antojos.
¡Ay amor! te llevo en cada parte de mi ser erosionado por las penas, te siento, te cargo incrustada en las vértebras, corres en los glóbulos rojos, vives en las plegarias nocturnas, en los aullidos de mi laringe de lobo en celo. Quiero que comprendas, eres tu mi pequeña, sostienes con tu pureza ideal una vasta ternura entre el cielo y la tierra, la fuerza y la esencia arrastrando la pasión más corrompida y pecaminosa, el gesto sublime y verdadero que desangra, no te puedo olvidar aun estando tan lejos, me desgastas de tanto recordarte, vives aposentada en mi cabeza, te pienso y vivo para pensarte.
¡Ay amor mío! quisiera abrazarte a cada instante, apretar tus carnes de tierna paloma blanca, ardientes como el fuego que consume apresurado a una montaña verde, tus carnes son sedientas como el Sahara poseyendo el calorífico querer de un Meridian de verano, tus carnes son tersas como agua de espuma de rosas, firmes, serenas, océano apacible para besar y poseer su vientre plano.
Querida amada muero si no puedo mirarte, vivo si puedo sentir tus labios frescos, oír tus palabras en el viento.
Amada mía tú boca es sedosa como la piel del naciente, como quisiera permanecer en su calor, enyuntar miles de ósculos sin descansar, habitar desbocado y sin freno hasta hacerte gemir de amor infinito.
Mujer amada no puedo dejar de amarte...
No ves que este pobre hombre muere de amor por ti, necesito que me rescates del laberinto de amor donde yazgo falleciendo, muriendo, desvaneciéndose en la prisa de un mal de amor sin remedio.
Te amo tanto!… ¡No me abandones al olvido por favor! ¡Quiero acariciarte, besarte, abrazarte!
¡No te imaginas cuánto, cuánto, cuánto…!