ALFILERES
Eliad Jhosué
No quiero saber quien
soy y adonde caminaré. Siento siete millones de alfileres en los ojos y en la
boca, el sabor a sangre caliente envenena las vertebras frías, la sangre es un
torrente de espinas con miles de áspides hambrientos.
No quiero comprender
el porqué de tantos fracasos expuestos, la maldad de los enterradores es una
constante, retorno a sentir que los alfileres viajan en el estómago y se hunden
con fuerza en los riñones. ¿Qué estará pasando allá afuera?
Mi desconcierto me descontrola,
contemplo apergaminado a la disidencia como la patria se derrumba a pedazos,
derrotada. Los alfileres bajan al escroto y luego
inmutables en su viaje por el sistema nervioso se sondean en la carne del
glande en manera ruidosa, siento morir por el martillar de sus voces metálicas,
algo encandila la memoria y caen en el silencio gotas del vacío.
Abro mis ojos y los
alfileres caen en mis uñas y allí se entierran indiferentes, presiento algún
final y una voz ahíta de sufrir por dentro me llama a sus harapos de viento.
Intento encontrar la sombra de lo necesario y huye de mi mirada.
Abro ahora muy bien
los parpados y los ojos son dos lunas negras
dando vueltas, mirándose de cerca en un espejo de titanio negro, sin brillo,
abro la boca para tomar algunas bocanadas de tranquilidad y presiento ineluctable que los alfileres están en mi
lengua, en el cerebro, en todo el condenado cuerpo.
Mi cuerpo es un
desierto sin nombre, sin agua, sin alimentos, lleno de alfileres que esculpen
intentando huir del vacío: “un nuevo exoesqueleto”.
MI CATIRA BELLA
Todavía
existen en el semblante de la piel dormida tus profundas raíces, tu enredadera
de ternura dejó clavada sendas cicatrices en la piel de la abundancia, en los
labios abiertos de la tierra amada, en el cielo azul y su trono cubierto con
algodones de plata, en los hervores del viento, presionando en su pecho el
latir del alba.
Catira vives
en los sentidos manchados con luces frágiles y su diáspora en letargo inusitado,
los sentimientos abrevan en los
manantiales de tus venas abiertas, los
deseos vagan en los peldaños de una larga escalinata cuya mide la senda de las
palabras, es verso, es poseía, es canto y es luz del día; naces serena en el
remanso de un océano sumiso, ahí crecen olas que llevan flores y serenatas bravías
para que oigas sus campanas.
Todavía
catira existes en mi alma, todavía estas habitable en la incidencia de aguas
que si suenan es porque piedras llevan, estas sentida en los espacios que hube
de soñar para quererte, todavía catira estas en mi corazón hecha un portal que
nace, crece y florece.
Mi catira te
tengo aun anudada a mi pecho…
Catira si
dejas pasar los días ya no podrás rescatarme del tiempo…
ENTRASTE
PARA QUEDARTE
Las ondas de
tu fiebre minan paulatinamente la mía.
Una profunda
y densa incertidumbre se aloja díscola en los días opacos.
Tus ojos son
dos hendijas dejando pasar algo de lluvia al abrirse, pienso que son lágrimas
del espejo de su lámina encintada, con razones surrealista son: orquídeas que
vuelan con cierta prisa, aroma de albores paridos de colores dúctiles, una ciencia algo extraña que escribe placeres
de incognito y diluyen tu silueta hermosa en la memoria.
¡Oh! Amiga
de mi alma, solamente son perturbaciones que deshojan emociones derrotadas.
Mientras mi cuerpo entero sufre de turbiones y se estremece amando, tú
indiferente destruyes mis percepciones.
El calor
aumenta y la temperatura de tus labios agrieta mis sentidos, los hace hundirse
inevitable a su descontrol más genuino, creo desvanecerme en el centro de un
punto de fuga y vuelo a lo profundo de una distancia que anhelo borrar de los
recuerdos.
Sigues
asfixiando cada espacio respirable, es una nota que nace como aurora apergaminada
con prisma de un atardecer que se enlazan a los de la noche entrante, sombras
que atrapan con guedejas añoradas y tirado como un harapo sobre rocas de un
océano furioso, sudoriento me encargo de
auto fallecer en el silencio, a pesar que intento fugarme de tu doloroso
recuerdo, sigues metida en el centro de mi cabeza, tu, anidas evacuando en la
raíz del deseo tu manifestación de soñarte
¡Ah! Mi
querida niña ¿Cómo explicar a mi masa gris que entraste para quedarte?
PROFUNDA
Profunda e
inextricable se cruza ligera en un océano manso, navega y se mece en sus olas
dormidas. Despierta sonríe y desanda en un mediterráneo extraviado entre un
espejismo y su cabellera acaricia un portal en la arena mojada.
La lluvia de un verano cálido dibuja un
corazón en sus venas, es agua y música abrazando quimeras, es betún de plata
pulimentando auroras viajeras, es ella que palpa los otros adioses que se
fueron, aquellos fermentos, ventiscas agolpadas en el rostro quebrado, tintos
azulejos en las penumbras de dos corazones desnudos.
Profunda e
inexplicable, fermenta aroma en las arterias de los días duplicados, los
barniza con su saliva dulce, los bautiza con la ceniza de palabras traviesas, los limpia con historias de un amor en la
distancia, es un velero con alas de gaviota, es una playa pintada de caracolas,
es un grito que restalla mar adentro y se escurre fértil en el horizonte
dormido.
Profunda toca cuerdas
de una guitarra de noche, sus notas son girasoles, flores, jardines, una
primavera que zurce indetenible un traje de novia a la antigua, sueña, sueño,
nos soñamos.
Profunda palpa cada
detalle intenso, es su piel de pétalo de gladiolo enamorado, es sed, es
sentimiento, es comprender atrapados entre una anemona del cielo, el dominio de
sentirnos en una sola persona.
Sueña, sueño, nos
soñamos.
SED DE
MALDAD
El que
piensa que haciendo mal y luego se olvida de su entierro, se va olvidando que
otros no pueden olvidar su mal anclado. Aquel que enterró a inocentes y luego
limpio sus manos dirá que se le hizo fácil olvidar sus entierros, más se olvida
que los enterrados esperan que sus dolientes recuerden a quien olvida lo que
hizo con sus manos.
No es fácil
esconder un acto desnudo ante los ojos
de mil humanos, querrá que sea así el que ha olvidado, sin embargo, en esta
tierra el que mata a hierro no debe morir a sombrerazos.
El que
piensa que tapando sus crímenes con poder, dinero y regalando lo ajeno para
ganar terrenos, no debe de confiarse tanto, su paga le llegará tarde o
temprano.
ELLA ME ESPERA
Siempre la
vi esperándome, agazapada como gata salvaje entre la hierba mojada, mordiendo entusiasmada
un arsenal de emociones, siempre la vi precipitando lloviznas en los parpados
entumecidos, desatando tormentas en su fragilidad fémina, cociendo nimiedades
profundas, acurrucándose de frío en las pasiones más ensortijadas.
Siempre la
vi sentada mirando ocasos de hojalata, dejando escurrir sus gesticulaciones en
un combate de nostalgia, suspirando loca por mí, cada vez que se imaginaba que
la besaba.
Siempre la
observé, esperando atenta, sigilosa,
silente, escrutando en el crisol de su iris alguna remembranza llana, abriendo
sus labios en campana para besar el aguacero y sentir las gotas resbalar por
sus labios, como la caricia anhelada de mis dedos en sus mejillas sonrosadas
Siempre la
sentí sollozar mientras seguía esperándome, rodillas en tierra, suplicante, arremolinada
de sentimientos aflorando un frenesí entre un calor que la ahogaban.
Siempre la
vi ausente y lejana, queriendo fundirme en su piel acalorada, queriendo que la
abrazara, hiciera de su cuerpo una tormenta de turbulenta pasión desenfrenada,
escalpara su edén he hiciera de su alegría un volcán en erupción y haciéndola mía
de su sueño despertara
Ah esa que
siempre vi esperándome era mi soledad
INFIERNO SALVAJE
A esa hembra
siempre la vi hirviendo en la ansiedad, mas no fue su sentido el querer dibujar
alguna sonrisa en la arena, mas todo fue el crecer el retoño de alas en su
cabeza y botones de flores en su espalda.
Esa mujer
corrió con humo de hielo en la boca cerrada, voló con sus flores y sus alas al tumulto
agresivo de los recuerdos, poseyó sus arterias y desmembró sus andanzas en el
tiempo viajero.
Esa doncella
saltó con centella al centro de un universo florido, pintó lunares en los
luceros y a mí me dejó viviendo un infierno ligero…
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